Prueba de la moto: Yamaha YZF R6 2006

A primera vista, esto es más o menos lo que me vino a la mente: «Y hola señorita R6. ¡Qué bonito eres! ¡Qué hermosa me pareces! Sin mentir, si tu vuelo de fantasía se parece a tu plumaje, eres el fénix de las huestes de estos bosques…». Siempre he sabido que una Fuente yacía latente en mí, incluso brota ante tus ojos…

Desde el comienzo de la aventura del concesionario de motos segunda mano Granada Crestanevada, uno de nuestros fieles lectores nos pidió que probáramos la Yamaha YZF R6. Todo lo bueno llega a quien espera… pero en lugar de probar una moto común y casi sin vida, me puse en contacto con Felipe, feliz propietario de una R6 2006 desde hace 18 meses, para organizar esta prueba… Una vez concertada la cita, tuvimos que rezar para que el sol estuviera presente para esta prueba de la tarde, ¡no nos decepcionó!

Aquí, en azul, se me ofrece para mi mayor placer. La llave de contacto está ahora encendida. Una simple presión en el arranque y el motor de 4 cilindros, libre de cualquier restricción, canta una melodía bastante agradable. Una vez que se han conseguido los 133 CV de la máquina, la posición es natural. Todos los controles caen perfectamente bajo la mano. A primera vista, hay dos cosas que me inquietan. En primer lugar, el acabado de ambos lados del velocímetro. Parece que el carenado delantero de la R6 no está terminado, pero esto tiene al menos la ventaja de permitir un fácil acceso a las bombillas en caso de necesidad. Y la segunda, más molesta, es que en mi memoria, los asientos plegables del metro y del RER son mucho más cómodos que el asiento de madera del R6.

Las primeras vueltas de la moto van bien. Sin embargo, la moto es pesada para conducir a baja velocidad. Esto puede deberse a los neumáticos originales, que llevan casi año y medio y tienen 14.000 km. La caja de cambios de 6 velocidades no es demasiado seca y precisa. La única (primera) pega viene de la protección: en efecto, al ser la posición relativamente recta para una moto deportiva, entra demasiado viento en el casco. Para superar este problema, tendrás que invertir en una burbuja de doble curvatura o conformarte con la burbuja original y sufrir las ráfagas de viento.

Conduciendo todos los días con un bicilíndrico, me encuentro cambiando de marcha alrededor de las 6000 rpm… Tengo que forzarme a explotar todo el rango de uso disponible y tirar un poco más de las marchas. Cuanto más avanzamos en nuestro pequeño viaje, más me meto en el juego y exploto este 4 cilindros lleno de energía. Pero tengo un problema conmigo mismo, no me gusta cuando grita… ¡la moto! Al no estar todavía en el rango adecuado, me sorprendió la ausencia total de par en la parte inferior al adelantar. Para resumir el motor de 4 cilindros de la R6, el extremo inferior es jugo de calcetines y el extremo superior es jugo de multivitaminas.

Después de rodar por caminos limpios y suaves entre la maleza, entramos en un pequeño pueblo donde la carretera está parcheada de la A a la Z. Es hora de ver lo que la R6 puede hacer en carreteras difíciles…

La Yamaha no es una moto deportiva por nada… retransmite las más mínimas irregularidades de la carretera a través de su horquilla delantera (telehidráulica invertida de Ø 41 mm) y su amortiguador trasero. Puedes sentir todas las conexiones, los agujeros de drenaje. Para caricaturizar, ¡incluso las rayas blancas o un billete de metro no pasarían desapercibidos!

En conclusión, no cabe duda de que la R6 es una auténtica moto deportiva con sus bazas (motor, agilidad, frenada) y sus defectos (amortiguación, frenada, protección). Queda por ver su utilidad. Para un uso casi diario, hay que ser un mínimo masoquista para conducirlo y usarlo como se merece… para no «castrarlo» como hice yo al usarlo al 30% de lo que puede darnos. Para un uso en pista, es muy diferente. Es un auténtico manojo de nervios y se enfrentará al primer piloto de pista que aparezca. Estará en su lugar favorito y te devolverá el momento de felicidad que le diste al llevarlo a estirar las varillas en la pista…